La
insatisfacción que siente la población con sus autoridades es un asunto que nos
conduce a reflexionar sobre esta relación perversa que existe entre pueblo y
políticos. Ya es una tradición de la
población lamentarse de la mala gestión que hacen sus autoridades y luego
prometer con elegir una buena autoridad.
Sin embargo, cuando la fiebre electoral se instala de la
población, repentinamente sufrimos de amnesia y de manera consciente; algunos
electores esperan algo a cambio de sus votos,
otros apoyan a un candidato esperando un favor político, aparecen los
financistas que apuestan por los virtuales ganadores y un sinfín de situaciones
que demuestran la falta de un ejercicio ciudadano responsable.
En respuesta a
este panorama los candidatos ofrecen el oro y el moro, te prometen mejor vida,
gastan miles de soles, visitan comunidades
con regalos, firman actas de
compromiso por todo lado, incluso en cada familia, poniendo en práctica el
famoso dicho “El fin justifica los medios”, pero nunca habían hecho política,
nunca siquiera fueron dirigentes en su pueblo, jamás demostraron vocación de
servicio porque saben y conocen perfectamente el actuar inicuo de la población
electoral.
Ambos contextos
descritos nos muestra de una relación siniestra entre pueblo y políticos, los
candidatos actúan conforme espera la población, entonces de qué nos quejamos
cuando las autoridades no responden a nuestras expectativas; el compromiso debe
pasar por romper este círculo vicioso y que mejor oportunidad son las
elecciones regionales y municipales del 2014.