sábado, 29 de noviembre de 2008

ARTICULISTAS DEL CORREO OPINAN SOBRE LA REGION PUNO


Lampa Lampa vale un Perú. Quien va a Puno, además de visitar el lago, sus islas, y la necrópolis de Sillustani, tiene que darse una vuelta por Lampa, que, por alguna razón que desconozco, está fuera del circuito turístico de las agencias. Lampa es la antítesis de Juliaca, esa ciudad parida por el diablo, caótica e insufrible, cuna de contrabandistas, antónima de la estética, antesala del infierno, desde la que se yergue un huachafísimo monumento al carretillero, en la que a uno le asalta la sensación de Richard Kimble, donde lo primero que se piensa al entrar en ella es cómo escapar de ahí. En fin. Decía que, fuera de lampeños y puneños, de este pueblo serrano y acogedor se sabe poco o nada. Entrando en Lampa, bautizada por sus habitantes como la ciudad rosada, uno se topa, efectivamente, con ese color ocre que impregna y baña todas las viviendas, todas, y le da a la localidad cierto halo de nostalgia y un nosequé mágico difícil de olvidar, como si estuviese congelada en el tiempo. Pero la tentación de detenerse se produce en la plaza de armas, exactamente frente a la colonial iglesia de Santiago Apóstol, construida con piedras refulgentes, poseedora de un original techo cubierto de tejas verdes y amarillas, restaurada con dinero del lampeño más notable, Enrique Torres Belón, tenedor de una envidiable fortuna y de un amor sin límites por su pueblo, cuyos restos yacen, junto a los de su esposa y su madre, en un espectacular mausoleo dentro de la iglesia, que guarda además centenares de esqueletos y cráneos, que, según me cuentan, datan de los tiempos de la Conquista. Sin embargo, lo más alucinante de Lampa son las dos réplicas exactas de La Piedad, de Miguel Angel Buonarroti. Una vaciada en aluminio, que está en la cúspide del osario donde está enterrado Torres Belón, y la otra, de yeso, habita en uno de los ambientes de la municipalidad. El molde lo obtuvo Torres Belón debido a sus estrechas amistades con autoridades vaticanas. Lo curioso de la historia es que, luego del atentado que sufriera la original de mármol, que está en la basílica de San Pedro, en Roma, a principios de los setentas, cuando un orate aporreó el rostro de la Virgen con un martillo, ésta pudo ser restaurada gracias a los moldes lampeños. Grande, Lampa. En cambio Juliaca, una caca.

Pedro Salinas.

Publicada el 6 de Agosto 2007

No hay comentarios:

frases..

“el periodismo nace como género literario –siempre lo ha sido– y mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto.”