viernes, 28 de agosto de 2009

COJATA CUNA DE LA MORENADA...



ORIGEN DE LA DIABLADA, UN PATRIMONIO AIMARA


Por: Juan Tapia Huanca

Después de haber escuchado en algunos medios locales, nacionales, así como de comentarios sobre la paternidad del origen de la danza La Diablada, me puse a escribir el presente apunte para los interesados en este tema; no sin antes hacer una llamada de atención a algunos que dicen ser ilustrados estudiosos, historiadores, del folclor que pecan de ignorancia y ceguera a una realidad.


Remontémonos a la historia. El Corregimiento de La Paz fue creado en 1548 por el virrey del Perú Pedro de La Gasca. El capitán Alonzo de Mendoza, fundador de la ciudad, fue su primer corregidor y justicia mayor desde el 20 de octubre de 1548, después de más de dos siglos. El 13 de julio de 1810, el virrey del Perú proclamó la reincorporación provisional del territorio de la Real Audiencia de Charcas al Virreinato del Perú, hasta el final de la guerra.



El acta de la independencia de Bolivia que lleva fecha 6 de agosto de 1825 dice en su parte expositiva en tono vibrante: "El mundo sabe, que el Alto Perú ha sido en el continente de América, el ara donde se vertió la primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos". "Los departamentos del Alto Perú, añade en su parte resolutiva, protestan a la faz de la tierra entera, que su resolución irrevocable es gobernarse por sí mismos".



¿Y por qué esta denominación del Alto Perú? Porque éramos una sola nación. En este altiplano, con similares tradiciones, costumbres, cultura de la Gran Nación Aimara del Kollasuyo, conformada por los pueblos de Huancané, llave, Juli – del actual Perú –, los Omasuyos, los Lupacas, Larecajas, Pacajes, Charcas y Chichas – del actual Bolivia – , nativos del actual Bolivia, nativos que estaban destinados participar en las mitas, encomiendas, en las minas tanto peruanas como bolivianas; ya que los negros traídos del África no podían mantenerse, por el frígido clima del altiplano, porque generalmente estas minas se ubicaban a mas de tres mil metros sobre el nivel del mar.



Después de la independencia, los nativos comenzaron a demostrar sus cualidades artísticas, mezcla de la cultura europea y americana. Por ejemplo, los sicumorenos de Puno, Huancané, Cojata y la de otros pueblos eran el nacimiento de la actual morenada, no sin antes olvidarnos de la danza de negritos de Huánuco que tienen una apariencia similar a la morenada con textura diferente en cuanto a danza y música, movimiento cadencial. Estos sicumorenos, mitad diablos o supayas o sajras y otra mitad morenos, son el nacimiento de La Diablada, a la par como se desarrollaba en el Perú también se hacía en Bolivia ahí funcionaba la nacionalidad aimara.



Entonces, podemos concluir que La Diablada, morenadas, llameros, kallahuayas, las wifalas, las tarquedas y otras danzas son costumbres natas de la nacionalidad aimara, propias del altiplano peruano-boliviano, lo mismo que también la nacionalidad quechua tiene sus particularidades innatas en el folclor y las costumbres de sus pueblos, también podemos afirmar que estas danzas no son de propiedad ni de Bolivia ni de Perú, son propias de la nacionalidad aimara. Ahora, con el tiempo y el desarrollo de la tecnología, las indumentarias se han mistificado para luego constituirse en danzas de trajes de luces y que se ha desarrollado en el altiplano boliviano como peruano que hay que reconocerlo.



Como comenta Lauro Rodríguez Terceros, director del Ballet Chela Urquidi de Bolivia: “los imperios más grandes del mundo medieval fueron sometidos tres o más siglos a costumbres, mitos, supersticiones por medio de la religión católica y así nacen todas estas expresiones culturales folklóricas”. Hoy es necesario que se investigue el origen de las danzas folklóricas y se explique por qué el Perú danza igual que Bolivia.



Nuestros países son de costumbres multinacionales y en eso estamos conformados por dos nacionalidades el quechua y el amara entre otras, en términos generales. Como apunte, podemos afirmar que no sólo hay aimaras en Perú y Bolivia, los hay en Argentina y en Chile.



Esperamos que los gobernantes estudiosos no hagan un chauvinismo del folclor y sepan hacerse una autocritica, que bien tenemos que aprender que las costumbres no se pueden direccionar al antojo de cualquier persona. Es por eso las acciones similares de movimientos sociales de pueblos altiplánicos en Perú y Bolivia.



Quiero terminar estos apuntes, que la unión de los aimaras no lo pueden dividir los gobernantes y tampoco hay razón para quebrantar a nuestros pueblos. Tanto peruanos como bolivianos somos una nación con similares costumbres y tradicionales. Seguimos pensando en la unión y no actuemos como el perro del hortelano, en nuestra política exterior. Bolivia también tiene derecho de una salida al mar. Aprendamos de la antigua Europa, antes llena de iras y guerras fratricidas y hoy como una gran nación, unida con un sólo propósito, una moneda y un bienestar para sus pueblos.

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